viernes, 3 de junio de 2016

IMPACTO DE GUERRA

El 19 de mayo de 1999, la tranquilidad de Silvia Cauca se derrumbó, pues el sexto frente de la columna Jacobo Arenas de las FARC se tomó el pueblo y lo convirtió en un campo de guerra armada, afectando de manera significativa a la población.

Un día tranquilo en el pueblo, un pequeño grupo de policías jugaba ajedrez con “Chester”, mientras “Conchita” estaba organizando  su oficina que quedaba diagonal al puesto de policía, Chester* paso donde Conchita* a que le regalara un tinto, pues ya era hora del café.
Más tarde, tipo cinco de la tarde, comenzaron a llegar camiones llenos de gente que parecían ser soldados, pero tenían en su brazo izquierdo la bandera de Colombia. Descendían muy rápido, rodeaban la iglesia y un hombre muy alto les gritaba hacia donde debían ir. También bajaban mujeres y niños. Tenía en sus brazos armas, eran muchas y de diversas formas y tamaños.
Un grupo de personas que se encontraba frente al colegio Perpetuo Socorro, dijo “¡Éntrense… eso no es ejército, es guerrilla!”. La angustia, en ese momento se apoderó del  pueblo silviano. Yo andaba con mi mamá, en el Roble, pues mi papá se encontraba trabajando en la alcaldía municipal, él dice que en ese momento pasaron mujeres armadas y vieron al frente del restaurante La Colina, que bajaban niños armados de una camioneta blanca,  y rápidamente salió de la oficina y bajó a la casa de mi abuela a refugiarse.
Después de unos cinco minutos aproximadamente comenzaron a escucharse disparos muy seguidos.
Conchita cerró la puerta de su oficina como pudo y se escondió en el baño junto con Chester. Mi papá no pudo devolverse por su compañera que se había quedado en la oficina. La primera bomba explotó. Sonó muy cerca de donde nosotros estábamos refugiados, las personas que se encontraban ahí dijeron que era en la policía.
El patrullero Villegas, se dió cuenta que el puesto de policía estaba siendo atacado por un grupo de subversivos, cuando la gente gritaba ¡La guerrilla se entró! Solo veía una polvareda grande después de la primera explosión.
Efectivamente, la guerrilla llego a tomarse el pueblo como un campo de guerra armada. Las ráfagas y las bombas no dejaban de sonar, ya estaba oscureciendo y el frío era cada vez mayor.
Conchita salió del baño gateando a llamar a su casa desde el teléfono fijo que estaba  en su escritorio, para avisarle a su mamá que se encontraba bien y a preguntar por su pequeño hijo; mientras sonaban las explosiones, los vidrios del techo retumbaban  y  reflejaba  la luz, don Jorge, el dueño del local donde estábamos refugiados preparó un café para calmar las ansias y el frío de los que ahí nos encontrábamos.



Corría el tiempo y el ataque no paraba, cada vez era más intenso.  
*Daniel, mi papá, salió al corredor de la casa de mi abuela, vio subir unas muchachas con tinas de leche, lo saludaron, le dijeron ¡Adiós, buenas tardes!, ellas siguieron derecho hacia el Banco Agrario, dejaron las tinas ahí y salieron corriendo, al momento explotaron la tinas, que estaban llenas de dinamita.
Empezaron a sonar helicópteros, y a iluminarse el cielo, habían llegado algunos  refuerzos del ejército y la policía, por aire, ya que la guerrilla había dejado explosivos en la vía principal de acceso a Silviay también habían hecho retenes falsos para que nadie entrara al pueblo.
Entre los murmullos de la gente, recuerdo que decían muy claramente “¡Por fin llegaron estos hijos de puta, que acaben con esta vaina ya!”.
Conchita en el baño de su oficina angustiada, por los estruendos, pensaba que con las luces que iluminaban el cielo podían encontrarlos y matarlos, su angustia era tanta que en momentos pensaba que ya no había nada más que hacer, que donde se encontraba, era lo único que quedaba de pie. En uno de esos momentos, entró un guerrillero, porque la puerta de la oficina se abrió con los estruendos, subía y bajaba las gradas, se escuchaban sus pasos.
A la madrugada del día siguiente, poco a poco los ruidos eran cada vez menos, Conchita dice que ya casi no se escuchaba que la policía respondiera a la guerrilla, los subversivos, pusieron música en la cuadra entre el puesto de policía y su oficina, y gritaban ¡LA TENEMOS VIVA HIJUEPUTA! ¡VENGAN POR NOSOTROS! ¡QUE VIVA COLOMBIA!...
Con la luz del día y el silencio tenso en ese momento, la gente salió de los lugares donde estaban refugiados, Conchita gritó ¡¿Ya podemos salir? Nosotros somos los funcionarios de esta oficina…! Y ellos respondieron ¡Sí. Salgan!.
Cuando salieron, encontraron a cuatro policías listos para ser fusilados. Dice don Miguel que no lo hicieron por la presión de la comunidad y los medios de comunicación que llegaron en ese momento.


Doña Martha la esposa de uno de los policías que murió en ese ataque, salió de su casa tirando al piso los colchones que había puesto en las ventas para resguardarse de los tiros, le gritó a conchita que estaba bien, pero salió corriendo a buscar bajo los escombros que quedaron del puesto de policía a su esposo, mientras Conchita le gritaba que tuviera mucho cuidado pues ella estaba en embarazo.
La consternación de la comunidad Silviana frente a lo que quedo del puesto de policía fue tan alta que la comunidad solo observaba en silencio, este lugar era  una nube de humo blanco, que iba desapareciendo poco a poco, y en el piso estaban los pedazos de pared, los casquetes de las balas, las esquirlas  que dejaron las bombas, los cuerpos sin vida de los policías, los zapatos y sus pertenencias dispersas en este sitio.
Más tarde, se creía que todo había vuelto a la normalidad, pero no. El ejército ya no estaba. Quien comandaría el pueblo de ese momento en adelante iba a ser la guerrilla, no permanecían en el pueblo, pero cuando llegaban, llegaban a saquear las tiendas, a llevarse lo que más pudiesen, dice don Miguel* que esta situación duro más o menos tres años.




*Conchita: María Concepción Reyes
*Chester: Ernesto Fernández
*Daniel Rengifo
*Miguel Luna: Portero Colegio Ezequiel Hurtado
ESCRITO POR:
Clara Isabel Rengifo Reyes
Comunicación Social y Periodismo VII Semestre
Unicatólica



miércoles, 11 de mayo de 2016

Soy de un pueblito

Un día me preguntaron ¿De donde eres?
De un pueblito que tal vez ni lo conozcas! - ¿un pueblito?
jajajajaja ¿Sabes una vaina? ¡CON ORGULLO! Soy del pueblo... Donde todo el mundo te saluda y te pregunta...
¿Como estas?
Tanto tiempo sin vernos!
¿Eres e hijo de...?
Con tu papá fuimos al colegio!
Con tu mamá salíamos a bailar!
Soy del pueblo donde no hay mucho, pero lo tiene todo.
Un pueblo donde hay gente que cuando necesita al otro, siempre estamos para ayudarnos.
Soy de un pueblo donde indicamos las direcciones diciendo: Al lado de... En frente de... A la vuelta de...
Soy de un pueblo donde poseemos riqueza Natural, se bebe en el parque, sus alrededores o en cualquier esquina, donde cualquier excusa es sinónimo de fiesta, donde todos queremos estudiar y prepararnos, donde siempre el que esta por fuera, sea en Colombia o en el exterior añora regresar y en el mes de diciembre la nostalgia aumenta, y volver a sentarse en la esquina con los amigos del barrio cada diciembre es el premio del esfuerzo de todo el año.
¡ESTOY FELIZ DE HABER CRECIDO EN MI SILVIA!
Somos parranderos, buenos amigos y des-complicados, que viva mi tierra hermosa, que viva mi SILVIA - CAUCA.

martes, 3 de mayo de 2016

Día de la Santa Cruz

"Santísima Cruz, no abogada has de ser, en la vida y en la muerte me has de favorecer. Si a la hora de mi muerte el demonio me tentare, le diré: Satanás, Satanás, conmigo no contarás no tendrás parte de mi alma, porque dije mil veces Jesús"

viernes, 22 de abril de 2016

El Cauca sigue de pie tras el conflicto armado.

 Los territorios del norte del Cauca son los más peleados tanto por el gobierno como por los grupos indígenas y campesinos de esta zona, ya que son tierras con un alto porcentaje de fertilidad de suelo, según un estudio realizado por la Universidad Javeriana de Cali.

Debemos resaltar que el Cauca es uno de los departamentos con mayor población afro e indígena y que ha sido un blanco para el conflicto armado pues sin importar los acuerdos de cese unilateral al fuego, en municipios como Caldono, Jámbalo, Guapi, entre otros, siguen existiendo enfrentamientos con grupos subversivos que circulan por estas zona,  y una de las razones principales es la apropiación de tierras que traerán de una u otra forma beneficios para estos grupos.
En varias entrevistas realizadas por medios de comunicación tanto de televisión, prensa y radio, algunos líderes indígenas aseguran que es de vital importancia que el gobierno reconozca y respete  a los territorios indígenas y su forma de gobernar, como está estipulado en la constitución política de Colombia, para así evitar inconvenientes como el ocurrido con el caso de Feliciano Valencia y tener una mejor relación entre sí.
Una vez respetados los derechos a estas comunidades y que el gobierno cumpla con la restitución de tierras, se puede empezar a hablar de paz, porque sería injusto que se logre algún avance en los diálogos que se adelantan en la Habana y que multinacionales lleguen a explotar territorios que en su mayoría son sagrados para los indígenas y que siguen siendo los más afectados, pues ellos son quienes los protegen a capa y espada, ya que estos hacen parte de su historia y de sus costumbres.
Siendo así, las comunidades retomarían el control sobre sus territorios y el departamento del Cauca dejaría de ser un campo de batalla para las fuerzas armadas y los grupos al margen de la ley.
Sin embargo el Gobierno Colombiano debe tener en cuenta que la paz no solo se logra con la firma de documentos, sino también con diálogos con las comunidades que han sido afectadas, pues las consecuencias de la guerra no solo han sido los desplazamientos, ni las muertes, también la falta de oportunidades para conseguir una buena forma de sobrevivir, pues se han limitado algunas de las formas de subsistencia que estas poblaciones han tenido a lo largo de los años en su existencia.
Por otra parte el Cauca ha sido una de las rutas seleccionadas por el proyecto liderado por la Ministra Cecilia Álvarez Correa y el ministro del Posconficto, Derechos Humanos y Seguridad, Rafael Pardo a el municipio de Silvia, llamado Seguro te va a encantar que busca incentivar el turismo en zonas que han sido afectadas por la guerra y que serán un contexto diferente gracias al posconflicto.
Silvia, como casco urbano recibió la vista de la “Ruta de la fe”,  el día 22 de marzo del presente año, generando grandes expectativas en las comunidades que participaron en ella, y donde hubo una gran acogida por parte de la comunidad. 
Uno de los temas principales tratados por el Alcalde del municipio, el señor José Gustavo Cuene Correa, fue la “reconstrucción del tejido social”. Pues este municipio y sus alrededores han sido afectados social, cultural y económicamente desde hace varios años por el conflicto armado. Durante esta actividad hubo varias muestras de las diferentes actividades que el municipio tiene, como el día de mercado y las artesanías que se realizan allí, entre otras.


Se esperan grandes apoyos y proyectos para que esta zona del departamento del Cauca, se fortalezca aún más en el sector del turismo, ya que hoy en día se está luchando para que los corregimientos aledaños al municipio ya no sean blancos de la guerrilla y que se trabaje y se salga adelante con los beneficios que la tierra tiene para ellos, pero que sean manejados correctamente y la acogida del turismo en esta zona del país, por sus lindos paisajes y practicas socioculturales.
Cauca sigue en pie, pues gracias a proyectos como este se ha fortalecido a nivel turístico y se espera que con el posconflicto se solucionen los temas abordados en un comienzo y que este departamento deje de ser el campo de batalla para la guerrilla; además que las comunidades que habitan en este departamento tengan diversas posibilidades de salir adelante con los conocimientos que la tierra les ha ofrecido y también que se respete la Jurisdicción especial indígena, para lograr ser un departamento y un país en paz.

Clara Isabel Rengifo Reyes 




lunes, 4 de abril de 2016

Fé y Tradición


Silvia, siempre ha sido un pueblo de fe y tradiciones.

Las tradiciones religiosas son características de los pueblos. Silvia no se queda atrás. Cada año, este pequeño pueblo y su gente con mucha devoción se preparan con antelación para conmemorar la pasión de Cristo Jesús.

Terminada la Semana Santa, los niños y niñas son los encargados de revivir esta conmemoración, pues gracias a las enseñanzas de los antepasados, que se han ido transmitiendo de generación en generación, ellos han hecho parte de su infancia la Semana Santa Chiquita, que es realiza una semana después de la Semana Mayor.
La inocencia de los pequeños silvianos de los diferentes barrios del municipio llevaba a crear pequeñas andas con materiales como el cartón y la madera u otros elementos que estuvieran a su alcance colocando imágenes que simulaban los pasos de esta.

Primeramente estas actividades eran tomadas como juegos, pero al pasar el tiempo surgió como idea  de los abuelos y familias que veían un sentimiento de fervor de los pequeños hacia esa tradición, crear una semana santa chiquita, imitando lo que se hace en la Semana Mayor en el pueblo, en la que pudieran participar los niños y niñas silvianos, con el fin de formar a los futuros cargueros, sahumadoras, y regidores para que así sigan con la costumbre de participar en ella.

Oscar Daniel Rengifo, afirma que en Silvia antiguamente se realizaban procesiones en dos partes, la primera que era organizada por familias de los barrios las delicias y el centro con imágenes disparejas entre los 20 y 50 cm de altura y trajes humildes, y la segunda por las familias del barrio caloto, que eran imágenes prestadas de casas de los habitantes de este barrio y vestidas de acuerdo a la ocasión, pero  ambos con un valor espiritual muy grande. También recuerda que “Hubo un año en que las dos procesiones se encontraron en el puente de los bomberos, era viernes ese día estaba cargando en el Santo Sepulcro, con traje de gala y alguien grito que saliéramos a correr porque se habían cogido a piedra al encontrarse. Todos comenzaron a recoger piedras del suelo, porque las calles en ese tiempo eran empedradas y empezábamos a lanzar los unos hacia los otros.

Después de ese incidente, el recorrido se cambió y poco a poco se fueron limando asperezas y se llegó a un acuerdo de dejar una sola Semana Santa Chiquita.”

Años después el Señor Gerardo Fernández Cifuentes, oriundo de Silvia y periodista del diario el Liberal, quien en 1961 se enteró que en Popayán habían unas imágenes religiosas para la venta que fueron utilizadas en las procesiones pequeñas de esa ciudad, lo que rápidamente  lo llevó a informar a la comunidad Silviana, quienes reunieron los recursos para atesorarlas y establecer la semana santa pequeña como debía de ser.

Esas imágenes se compraron pero no son propiedad de nadie en específico, se realizaron documentos escritos en los que consta que son pertenencia de los habitantes del barrio Caloto, del municipio de Silvia; además se creó una Junta en pro de las procesiones chiquitas, la cual es la encargada de velar por el bienestar de estas y también se designaron los síndicos de cada paso.
Según María Amparo Velasco, presidenta de la junta “Pro Semana Santa Chiquita”, las imágenes o santos con las que se iniciaron las procesiones eran principalmente de yeso, y uno de los mejores desfiles era el de la resurrección, ya que aproximadamente durante 50 años al finalizar el encuentro en el barrio caloto en frente de la casa de la señora Aurelia Fernández (Q.P.D.) se volvía  una fiesta y entraba todo mundo, y era ella quien costeaba todos los gastos.

Desde hace 55 años, las procesiones chiquitas han sido una tradición cultural en el municipio de Silvia, y actualmente se cuenta con 39 pasos y todos los actos de la Semana Mayor son imitados por los niños que alegremente participan de estas, y que gracias también a la comunidad silviana se han ido fortaleciendo y logrando un mejoramiento para que esta tradición se convierta en patrimonio cultural inmaterial del departamento del cauca.

Alma Yolanda Paredes, autora del libro MEMORIAS LEGADO PARA FUTURAS GENERACIONES nos cuenta brevemente el surgimiento de la semana santa chiquita del barrio caloto.









Clara Isabel Rengifo Reyes
Fuentes: María Amparo Velasco
Oscar Daniel Rengifo
Alma Yolanda Paredes



viernes, 11 de marzo de 2016

¡Las macetas para los ahijados!



Rosa Hermencia Quijano hace aproximadamente 55 años hace macetas para la época de Junio y Julio que son los meses en los que se celebra el día del ahijado



Las macetas son un dulce hecho a base de agua y azúcar, tradicionales de Cali, Valle del Cauca.

Las “micas”, como se les conocía a Antonia, Paulina y Carmen Quijano quienes eran las encargadas de hacer los bombones de azúcar,  y las personas que trajeron esta dulce tradición a Silvia, ellas pedían la colaboración de Hermencia para armarlos, y ella muy comedidamente lo hacía.
Sacar el batido caliente, armar las bolitas y ponerle el palito era el trabajo de ella, en esa época estos dulces no tenían color por ningún lado, eran blancos y brillantes como los granos de azúcar.
Lo que deseaba Hermencia era aprender a hacer las macetas, pero ninguna de las "micas" le quiso  enseñar, porque temían revelar el ingrediente secreto y le decían que aún ella no estaba preparada para hacerlas.
Al  cabo del tiempo, la hermana del señor con el que contrajo matrimonio, la llamó un día y juntas hicieron las macetas, y dice que fueron más ricas que las de las propias “micas”.
Poco a poco, se dieron a conocer y llegaron a hacer un bulto de azúcar en un día para vender. Hacían de diferentes tamaños y sabores, con muchos colores y formas, que eran encargadas por personas del mismo pueblo para regalar en el mes de junio y julio que son los meses del ahijado.
Frecuentemente Hermencia hacia las macetas y se las llevaba a la señorita Ernestina (tienda histórica) para que se las vendiera, y ella siempre le decía que si hacía más se las llevara para venderlas. También en su casa las vendía porque son tan famosas que van directamente a encargar del tamaño y valor que se desea.
Actualmente, ella ya no puede hacerlas debido a problemas de salud con sus manos, pero el conocimiento fue trasmitido a la señora Flor Helena, su hija, conservando así esta tradición.





jueves, 10 de marzo de 2016

ASÍ SE CREO SILVIA

Según la tradición oral y los libros que habla de Silvia Cauca, dice que este pueblo no estuvo siempre en el mismo lugar.

El fundador de lo que antes se llamaba “Pueblo de Indios” fue José Francisco de Belalcázar, sucesor de la familia del conquistador Sebastián de Belalcázar. A quién se le adjudicaron estas tierras.
Y que más tarde serian vendidas por Cristóbal y Manuel María Mosquera Fajardo.
Su primera localización fue en las Tapias (más o menos a tres kilómetros del actual pueblo), entre 1585 y 1589, pero este fue destruido por indios pijaos quienes con su estilo nómada y feróz, corrieron a los habitantes de éste.
Debido a los actos de barbarie, el pueblo fue trasladado a un lugar llamado “Buchitolo” (Barrio Boyacá), donde habitaban los indios y quienes eran los encargados de los gastos de la parroquia en ese momento.

Durante muchos años el pequeño pueblo descanso en este lugar, pero al correr el tiempo era imposible extenderse, por lo que llevó, al gobernador de Popayán, en esa época  Diego Antonio Nieto a ordenar que el pueblo fuera re ubicado en un pequeño valle entre la quebrada “Manchay” y el río “Piendamó”.
Dentro de este valle también fueron construidas casas de los vecinos blancos, de tal manera que el número de habitantes entre indios y blancos en la época de 1798 no era mayor a 400. Poco a poco fue creciendo el pueblo “Guambía”, con una gran afluencia de gentes externas a esta.
Entre el 15 y 31 de julio de 1838, se cambió el nombre de Guambía por Silvia, pero no se sabe exactamente el porqué.
Se dice que es una derivación de Silva (Selva en latín) o por una mujer llamada Silvia, de la familia del primer dueño de las tierras donde actualmente se encuentra este pueblo.
 
 Por: Clara Isabel Rengifo Reyes
 Fuentes:
Gonzalo Ernesto Hurtado Quijano
Monografía historica de Silvia.
Fotografía:
NovaDigital


ELOGIO DE SILVIA

ELOGIO DE SILVIA


Que otros digan, ciudad de los claveles y de las manzanas, la feracidad de tus montes y laderas, las virtudes milagrosas de tu río y de tu clima. Ya sabemos que cuantos peregrinan hacia ti en busca del remedio imposible para la carne martirizada, retornan a sus hogares curados por el efluvio de tus brisas y la piedad imponderable de tus aguas.

Ya sabemos que del fondo supremo de tu tierra arranca el hombre de dolor y de fe, fuerzas misteriosas que le devuelven a la vida, cuando la ciencia artificial fracasa en sus intentos de consuelo y no logra vencer a la naturaleza rebelde. Pero no eres solamente salud material para el viajero, ni asilo ocasional y fugitivo del viandante.



Cuantos a ti llegaron en busca de consuelo, no se fueron jamás sin dejarte pedazos de su corazón y de su espíritu; porque eres acogedora y cordial; porque gravita en tu cielo remoto la estrella castellana de la hidalguía y al amparo rural de tus montañas edificas tu abolengo de trabajo e inteligencia y labras tu escudo nobiliario con el machete del aborigen sobre el árbol secular de tus selvas hospitalarias.



Eres la india noble, religiosa y soberbia que cantara arboleda, con sus gargantillas de trigo, sus ajorcas de manzanas y duraznos y su túnica perfumada de claveles, de pensamientos y violetas.

Así apareces en el horizonte de los sueños, ciudad predestina, típica y colonial por el encanto de tus “ofrendas”, de tus “ chirimías” y de tus San Pedros borrascosos, empinada sobre el Ande como la fortaleza de un cacique prehistórico, pero enfrentada al porvenir como una atalaya de la civilización y de la cultura.
Como aquí lo atestigua tu máximo panegirista, muchos de tus hijos ilustran ya el estadio de los parlamentos y del foro y te prometen frescos laureles de honesta y merecida gloria. La luz de tus mujeres te ilumina en múltiples soles de gracia, y el corazón de ellas te escuda desde el supremo sitial de las madres.

Así eres a nuestros ojos: Silvia, por tus claveles; Silvia por tus manzanas; Silvia, por tu hospitalidad; Silvia, por tu belleza tropical y autóctona. 
JOSE IGNACIO BUSTAMANTE

viernes, 26 de febrero de 2016

Maní Maní 

¿Quien recuerda haber jugado con valero?

Quizás muchos jugaron en el colegio, en la casa o en la calle, mostraban los diferentes trucos y cada día se esmeraban por aprender trucos nuevos junto sus 
amigos.



Celestino un hombre que vive actualmente al pie de la colina de Belén, ha dedicado la mayor parte de su vida a jugar, enseñar y retar a los visitantes de la Suiza de América con su gran valero de madera.





En una pequeña habitación de la casa de la señora María Orozco quien lo ha recibido y tratado como un miembro más de su familia, se arregla y prepara para ir en busca de espectadores para practicar sus trucos.







Lo que hace diferente a "Maní Maní" como se hace llamar, es su baja estatura y su gran valero. 










Su vida gira en torno al acogimiento que tienen las personas que llegan a visitar nuestro pueblo. Su mayor alegría es compartir y retar a los visitantes tratando de enchoclar el valero. 


Si lo encuentras en el parque y te hace conversa, no lo ignores, solo quiere compartir su pasatiempo contigo. Vuelve a Ser niño.