sábado, 18 de abril de 2020

ONCE

Cuando nos damos cuenta estamos en una habitación.
Todo ha sido muy rápido y muy temprano, nunca
había pasado tan temprano, casi siempre es después de
las diez. Y ahora suena como si estuvieran dando patadas
a la puerta.

––Mamá, le están dando patadas a la de allá, a la del patio.

Primero son golpes fuertes, como si quisieran que les
abriera. Nadie les va a abrir, nadie es capaz de salir del
escondite elegido y menos con lo que está sonando. Ahora,
ahora son golpes como patadas, puñetazos que le dan,
están desesperados por entrar.

––Mamá, yo me voy a asomar. Mamá, es gente del cabildo.

La casa colinda con el cabildo de Quizgó, por el patio se
puede pasar para acá, la pared entre las dos casas es muy
bajita, cualquiera puede pasar colocando un asiento.

––Mamá, es alguien del cabildo. Como don Chon se pasó,
entonces es alguien del cabildo que también se pasó y
quiere que le abra.

––¡No! Allá atrás hay cuartos y camas, déjenlos que duerman allá, no vaya a abrir, déjelos.

Pero ellos siguen golpeando desesperadamente, quieren
entrar. Golpean duro. ¡Pum! una patada, empujan la puerta.
La abren a la brava. Se entran a la casa.

––¡Qué tal esos indios! a la brava me abren la puerta.
––Mamá, me voy a asomar.

Me subo a la cama de la habitación para asomarme por
los huequitos que tiene la puerta en la parte de arriba, en
conjunto forman un círculo y la luz que entra por ellos
rebota en la pared de enfrente. Una mujer vestida de militar
con el arma. Tiene una cachucha y una cola de caballo
formada por su pelo teñido de rubio en algún tiempo, pero
que ahora se torna naranja, en parte por el sol y la lluvia y
en parte porque hace mucho no se aplica el tinte.

––¿El ejército?, ¿qué hace metido en mi casa?
––Mamá, no es el ejército, es la guerrilla. ¡Mamá, se nos
entró la guerrilla a la casa!
––Dios mío pero, ¿por qué mi casa?, ¿por qué a mí?

No entiendo lo que pasa, hace tiempo que no lo entiendo.
No entiendo por qué la guerra de unos se convierte en la
de todos y me hace parte de ella. Y yo sin ningún arma.
Mi cuerpo únicamente tiembla, mucha adrenalina, mucho
miedo, mucho instinto de supervivencia.

––Mamá, la guerrilla. Mamá, metámonos debajo de la cama
porque ¡se entraron!

Está la muchacha, pero entra más gente, más muchachos.
Son bastantes. Entran y entran. Se toman la casa. Quién
sabe qué vaya a pasar. Qué raro todo esto. ¿Por qué mi casa? Por estar cerca de la policía nos toca todo esto y pensar que hace algún tiempo era el mejor lugar donde podría estar ubicado el hotel.

––Mamá, metámonos debajo de la cama.
––No, porque debajo de la cama es lo primero que buscan.
Metámonos al baño.

Los tiros se escuchan, la balacera continúa, suena una
explosión durísima. Se va la luz. La primera pipa. Sí, esas son pipas. ¡Dios mío! Eso suena durísimo, suena tan duro que lacal de las paredes empieza a caerse, como que se desmorona.

Empujan la puerta. Se escuchan voces. Chon le había
alquilado a los policías, decían que de pronto venían por
Chon. ¡Ay, Dios mío! Vienen por Chon. ¿Por qué mi casa, si
vienen es por Chon? Saben que Chon se pasó aquí a mi casa.

––Mamá, vienen por Chon. 

¿Y Diana?, yo no sé dónde quedó Diana. ¿En qué cuarto
estará? Mis hijos también tienen que aguantarse esto ¡son
niños, por Dios!, ellos no tienen que pasar por nada de esto,
ellos no tienen que ver, ni escuchar, ni sentir, ni siquiera saber lo que es un disparo, lo que es una explosión, lo que es un asesinato. Son niños, ellos no tienen por qué vivir esto.

––Mamá, si vienen por Chon, que no vayan a matar a
Chon aquí.
¿Y Diana dónde habrá quedado? Que Diana no vaya a ver.
Que Diana no vea todo eso. Pobrecita, ¿dónde estará? Que
no le vaya a pasar nada a ella. Dios mío protégela, que no
la vean. Y que ella no vea un muerto, que no vea como
matan a Chon.

––Ya no podemos salir.

Hay voces que hablan y hablan. ¿Será que hablan entre ellos?

Alex dice: “somos civiles, somos civiles, no nos disparen”.
Sacan a Alex del cuarto de atrás. Todos debimos estar en
un sólo cuarto. Alex se metió a un cuarto, doña Consuelo
y Chon se metieron a otro cuarto, y Diana y Andrés, a
otro. Quedamos todos esparcidos. Revisan los cuartos y
los sacan a todos.
Nosotras estamos en este cuarto de acá adelante, somos
las últimas.
Llega el ‘paisita’, es como paisita. Abre la puerta, revisa
primero debajo de las camas, no ve nada, desde la puerta
del baño estamos viendo todo lo que él hace, no nos ve,
mi mamá tenía razón, debajo de la cama es lo primero que
revisan. Y ¿por qué no entra al baño?, no ve la puerta. El niño empieza a moverse, hay mucha bulla. El niño va a empezar a llorar, “cállalo, cállalo”, dice mi mamá. Lo muevo, lo muevo y lo muevo. No nos siente. Cierra la puerta y se va.
Viene Rosita y con una voz tan suavecita como su personalidad, una voz tan delicada como su delgada figura y tan dulce, tan tranquila, tan fina como su estatura, dice:
“Nancy, necesitan al dueño del negocio”. Rosita pretende
que yo salga, yo no voy a salir, yo no tengo por qué salir.

––Diga que no estoy...
––Nancy, no nos van a hacer nada, ellos dicen que no nos
van hacer nada, salga.
––Pues sí, salgamos ––dice mi mamá.

Al paisita lo regañan, le dicen: “¿No que ya habías revisado?,
¿no dizque no había más gente?”. Claro, error del paisita al no revisar el baño, tan bobo, no revisó el baño. Pero bueno, al fin y al cabo nos encuentran y nos sacan de nuestro escondite.

Nosotras salimos y él está en el patio. Es un señor grande,
gigante, con una barba larga, yo no sé quién es, en todo
caso con un arma ahí, colgada al hombro. “¡Ah! No es dueño, es dueña”, dice. No puedo hablar, tiemblo tanto. “¿Dónde están los policías? A mí me dijeron que aquí comen y viven los policías”. Qué susto, estoy temblando, mi mandíbula tiembla, me sale un ”No”.
Mamá como es más temperamental, muy segura y con mucho carácter le dice: “como ya se adueñaron de la casa, y ya están aquí adentro, pues esculquen a ver si los encuentran. Si les dijeron que aquí están, busquen a ver si los encuentran”.
Ese señor se voltea, mira a mi mamá a los ojos, es tan alto
que el arma que tiene terciada en el hombro le apunta muy
cerca y el cañón queda justo a la altura de la cabeza de mi
mamá. Ella se da la vuelta y se ubica detrás de mí.
––¡Ay no! esto no es conmigo ––dice mi mamá.
––Sí señora, tiene toda la razón. Vayan, esculquen, revisen
todo.

Levantan todo, camas, colchones, quitan las cobijas de las
camas en cada uno de los cuartos del hotel. Desbaratan
todas las piezas. En cada habitación del hotel revisan, en
los baños, en la cocina, en el garaje, en los patios y en
cada parte revuelven todo y desorganizan, como si alguien
se pudiera esconder detrás de un cuadro o debajo de una
mesa en pleno patio.

––Bueno, esto queda entre familia, el pleito es con la policía,
no con ustedes. Nosotros no les queremos hacer daño,
busquen un cuarto y quédense todos allí ––dice el grandote.

Mientras esperamos, ellos entran cajas de cerveza, muchas,
por montones. Yo alcanzo a ver que en las cajas hay balas.
Además hay como unas latas de sardinas negras grandotas.
No sé para qué las utilizarán, creo que son las municiones
para el ataque. Pero lo tenían todo bien planeado. Mi casa
queda en la carrera tercera, la misma donde está ubicado el
puesto de policía, mi casa queda casi en la esquina diagonal
a la estación, mi casa tiene portones grandes, cada entrada
tiene dos puertas casi de un metro y algo, a mi casa se
puede entrar fácilmente por el colegio de las monjas y
por las casas que colindan por detrás, mi casa es el punto
perfecto para un ataque hacia la policía.

––¿Señores y es que ustedes se piensan quedar mucho
tiempo? ––pregunta Alex.
––El tiempo que necesitemos ––responden.
––¿Y es que acaso son días?
––Si necesitamos dos o tres días entonces nos quedamos
dos o tres días ––dicen.

***

En la tarde, yo pensaba en que el día había transcurrido
común y corriente. Visité a Teresa que estaba enferma, fui
un ratico y me regresé, llegué acá como a las cinco de la
tarde. Después llegó mi mamá: “Me vine porque estaban
abriendo los huecos para el alcantarillado, eso me hizo
doler los oídos, el ruido me tenía aburrida allá”, dijo.
Luego llegó mi hermana Jenny, que estaba en embarazo,
ya con ocho meses. Después llegó Andrés, muy enojado
porque estaba aprendiendo a jugar billar en la estación y un
policía lo sacó porque se hizo de noche y era peligroso, lo
sacó a él y a quince muchachos más de la estación.



***

No hay luz. Lo que uno ha preparado para momentos
como esos, las velas y todo ese cuento, mentiras, uno ni se
acuerda donde quedó todo.
Empiezan a sonar las pipas otra vez, eso parece que el
techo se nos va a caer encima. Chon dice: “yo me meto
debajo de la cama”, y se fue a meter y no cupo. Me
regaña: “usted porque tiene estas camas tan bajitas, uno
las hace bien altas”. Rosita, como es tan delgadita, sí llega
y ¡chin! se mete debajo de la cama. No va salir en toda
la noche. Chon se mete en ese espacio que hay entre la
cama y la pared, corre el colchón de la cama y se tapa.
Doña Consuelo sí se mete debajo de la cama con Daniela.
Jenny baja una colchoneta y se mete debajo de la mesa
con Alex. Mi mamá y yo nos quedamos encima de la cama
porque qué más hacemos. Mi mamá no cabe debajo de la
cama, yo tampoco y menos con el bebé. Diana y Andrés
se hacen al lado mío.

Mi mamá coló el café. La balacera empezó. Un tiro, dos
tiros, tres tiros.

––¡Ay no! Pero tan temprano.
––Cierre la puerta de la calle ––me dijo Jenny.
––No, yo no soy capaz de ir a cerrarla ––le respondí.
––Si usted no la cierra, la cierro yo ––dijo ella.
––No pues, perate yo voy ––contesté.

Yo me sentí obligada porque no quería ir. Era un martirio
para mí pasarme ese patio tan grande con techo de vidrio.
Me daba mucho miedo, pero bueno, ya qué podía hacer.
Me pasé como pude y cogí el palo de la escoba y para no
acercarme como mucho a la puerta la cerré como pude y
cuando ya estaba así, medio cerrada, puse la tranca.

––Andrés hágame el favor y me cierra la puerta del patio
––le ordené.
Volteé a mirar y Rosita venía caminando hacia mí, y me dijo:
––Doña Nancy, la necesitan en la cocina, hay un señor que
la llama.
––Como así ¿hay un señor en la cocina?, ¿quién me puede
llamar?
––Nancy, déjeme bajar, déjeme bajar, déjeme pasar ––me
dijo Chon.

En los afanes de ayudarlos traje la escalera para que se
bajaran. Se bajó Chon, se bajó Alex, se bajó la niña Daniela,
se bajó doña Consuelo y por último se bajó doña Esmeralda.
Se habían pasado por una claraboya de la casa de Chon y
el techo de esa casa colinda con el mío. Como mi casa es
antigua, el tamaño entre el techo y el cielo falso es bastante
amplio y cabe perfectamente una persona arrodillada, lo que
no entiendo es cómo ese techo tan viejo aguantó con tanta
gente, si algunos de ellos pesan más de ochenta kilos.
Cuando bajé la escalera de la parrilla, miré y no había nadie.
Todo el mundo se fue. Me dejaron sola, nadie me esperó.

––Mamá. Mamá. ¿Mamá?
––Estoy acá.
––Yo pensé que me estaban esperando.
––Estoy aquí en la pieza. ¡Usted qué hace sola! ¿Y el niño?

El niño se había quedado dormido en mi pieza. Que susto
ir para allá. Otra vez me tocó atravesarme ese patio tan
grande, ¿ahora cómo hacía para pasar? Me daba miedo que
cayeran las balas que solían caer por el techo del patio
cuando había tomas. Menos mal no se había despertado
Sebastián. Lo cogí en la cobija térmica, lo envolví y bajé al
escondite donde mi mamá estaba.

***

Son las 11 de la noche y estamos todos en silencio. Todo se
calmó. No suena el radio. No se oye nada. Todo está como
quieto. Una quietud de tanto miedo. Y Sebastián empieza a
llorar. Él tiene ocho meses. Llora y llora, entra uno de ellos:

“¿Qué le pasa al bebé?”, pregunta.
––Debe tener hambre, ¡imagínese! toda la tarde y parte de
la noche sin comer.
––Póngale el seno ––me dice.
––Yo no le doy seno. Tengo que ir a buscar la leche y el tetero.

A esta hora pa' preparar uno leche y ¿con qué agua?
Tantas cosas que pasan en un minuto. La vida da muchas
vueltas y cambia en un instante. Mañana ¿cómo será esto?
¿cómo será mi vida mañana y la de mis hijos?, y ¿esa
pobre gente que vive al lado de la policía?, y ¿cuántos
muertos habrá ya?

––Rosita, ¿usted de pronto dejó algo en la cocina?
––Sí, yo dejé una olla de agua de panela.
––No, pero yo tengo que ir a buscarle el tetero, ir a buscar
la leche para el niño.
––Camine yo la acompaño–– me dice el guerrillero.

Ellos con linterna, yo buscando la leche, buscando el tetero,
aprovecho y saco los pañales. Una voz que proviene del
radioteléfono se escucha entrecortada, pregunta: “¿todavía
llora el bebé? ¿todavía llora el bebé?” Y le responden: “no,
ya le van a dar comida para que no llore”.

Él me acompaña todo el tiempo que estoy fuera de la
habitación. Oigo la voz de Diana: “mamá, yo tengo mucho
frío, quiero ir a traer más cobijas”. Le mandan a otro
joven para que la acompañe. Diana y Alex van a traer a
otro cuarto colchones y cobijas. Ellos les ayudan a pasar
almohadas, les ayudan a pasar todo. Mientras el muchacho
le recibe las cobijas a Diana, ella, de la rabia que tiene
o del miedo, no sé, se las tira y él lo único que hace es
sostenerse y aguantar.

Con el agua de panela fría le preparo el tetero y se lo doy.
Se lo toma todo. Él no lo toma frío, pero esta vez se toma
ese y se toma otro más. Le cambio el pañal. Empieza a decir:
“mamá, papá, tete”. Suelta la lengua el muchachito del susto.
Cuidando la puerta de la habitación hay un joven. Tose
mucho. Mi mamá dice que tiene picados los pulmones.
Tose, tose y tose. Ya son las tres de la mañana, sentimos el
olor a alcohol. Alguien le pasa alcohol para que huela. Ha
estado toda la noche parado en la puerta y no deja de toser.

***

Dios, ¿no han parado esto todavía?, ¿hasta cuándo
irá a ser?, ¿cuándo se van a calmar?, ¿cuándo se irán?,
¿cuándo nos dejarán tranquilos? Son tantas preguntas sin
responder, ¿quién sabe qué vaya a pasar?, ¿quién sabe
qué esté pasando afuera? Aquí todo es tinieblas, miedo,
angustia, desesperanza.

***

Eran como las doce pasadas. Se oía el traqueteo del avión
fantasma. Se escuchaba más movimiento. Corrían para un
lado, corrían para el otro. Hirieron a una muchacha, lloraba
y lloraba: “¡Me hirieron mi brazo, mi brazo!”, gritaba con
tanto dolor. Le taparon la boca con algo. Le dijeron: “usted
no puede llorar, no puede gritar”.
Nos pusimos un colchón encima que porque el colchón
no dejaba entrar las balas. De pronto nos pasaba una
bala. No aguantamos más de media hora. A veces
se escuchaban las balas cerquita, cerquita. A veces se
escuchaban más lejos. A veces la explosión se oía cerca.
A veces más lejos.

***

––Dios mío, yo me tengo que tranquilizar. Doña Esmeralda
¿usted no tiene miedo?
––Mija que pase lo que ha de pasar, que me maten.
––Lala, yo tengo mucho miedo, yo tengo mucho susto.
––No mija, pero miedo de qué, no, tranquilícese.
Yo la miro y la veo tan tranquila. Pero, ¿yo por qué tengo
tanto miedo y ella tan tranquila?, tengo que tranquilizarme,
me puede dar algo, me puedo morir del miedo que tengo.
––Después de la muerte de mi hija, que pase lo que tenga
que pasar ––dice Lala.
Me tengo que tranquilizar. Yo me tengo que tranquilizar. Mi
boca tiembla mucho. Pero, siento que por dentro el corazón
se me quiere salir, está a mil revoluciones.

***

––¡Ganamos, ganamos, ganamos!–– gritan.
Nosotros preguntamos ¿qué se ganaron? Nos quedamos allí
toda la noche, hasta las cinco de la mañana. En medio de
tanta balacera, Sebastián a veces lloraba un poquito, a veces
se calmaba. A veces se dormía un ratico y cuando intentaba
dormirse las explosiones lo despertaban. Él lloraba cuando
oía la explosión y volvía y se calmaba.
Uno de ellos abre la puerta. “Todo ha pasado, ya todo está
en calma”, nos dice. Mi mamá de la rabia cierra la puerta. Él
vuelve y la abre para decirnos que ya terminaron. Mi mamá
vuelve y cierra la puerta.
Alex, el hijo de Chon, dice: “yo quiero salir a ver”. Mi mamá
le responde: “no, no salga hasta que no vea la luz del día”.

––¿Por qué? ––pregunta él.
––No, qué tal haya muertos, ¿usted va a ir a pisar los muertos
o qué? ––le responde.

Me imagino que de mi pieza para acá no hay casas, porque
con cada explosión sonaban los vidrios.

Mi mamá dice: “No, yo no quiero ir a pisar los muertos y
nadie sale hasta que no veamos la luz del día”. Uno cree
que no ha quedado absolutamente nada, que todo está
destruido, que lo único que hay es sangre y muertos por
todas partes, que su escondite, su pedazo de pieza donde
ha permanecido toda la noche es lo único en pie.

No volvemos a oírlos, la casa queda en silencio. Alex insiste
en salir. Ya son como las cinco y media. Mi mamá dice:
“vean bien dónde vamos a pisar”.

A la casa le vaciaron baldes de tierra. Un polvero horrible,
pedazos de caña, de madera, de teja. De la reja a la puerta
no se ve el piso, es un tapete de vainas de balas. Las puertas están abiertas de par en par.




Tomado del libro
Entraron a la Casa
Escrito por
Natalia Morales
Julián Gómez

miércoles, 9 de octubre de 2019

MARIA VARILLA Y EL FESTIVAL DE BANDAS PORRO FANDANGO Y CHANGUAR


La conformación de la Banda de Vientos de la Casa de la Cultura de Silvia Cauca, en el año 2006, reunió a más de 15 personas entre jóvenes y niños, quienes bajo la dirección del Maestro Deiber Sanín Fernández, instituyeron la banda que hoy en día es muy reconocida en el municipio, por sus impecables y variadas presentaciones en los eventos culturales del pueblo y sus alrededores.

En el transcurrir del tiempo, sus integrantes se inclinaban mucho por la música fiestera, interpretaciones que salían a relucir y ponían a bailar a los espectadores en actividades como las Vacalokas, retretas, desfiles y demás.
Por eso hicieron una solicitud en 2014, para que esta Banda fuera invitada al
“Festival de Porro” en San Pelayo, Córdoba; esta experiencia fue la clave para que ellos se reafirmaran en la interpretación de este tipo de música. Una vez el Maestro Sanín se retiró de la dirección de la banda, sus integrantes decidieron crear una banda que se enfocará en la música fiestera, en el porro, la cumbia y la música colombiana.
En Julio de 2017 se convertirían en  MARIA VARILLA, nombre que surgió de la experiencia en San Pelayo, debido a un Porro creado en honor a una señora de esta tierra de apellido Barilla, ya que ella podía pasar hasta tres días bailando en el festival, erguida como una varilla, por eso este nombre.

Una de las primeras presentaciones como grupo ya constituido formalmente, fue en el Concurso de Bandas Fiesteras Victor Luis Fernández, que se realiza en el mes de agosto en la plaza principal de Usenda. Aquí hacen su debut y de ahí en adelante, la comunidad empieza a reconocerlos como la banda fiestera de Silvia Cauca, participando de los principales eventos del municipio como Festidanzas, danza al parque, fiestas patronales y demás.   
Debido a la gran acogida y con la idea de dar un aire diferente a los festivales que se realizan en Silvia, Cauca, decidieron crear el “FESTIVAL DEPARTAMENTAL DE BANDAS FIESTERAS PORRO FANDANGO Y CHANGUAR”, donde en su primera versión bandas fiesteras de diferentes municipios del Cauca, participaron en una jornada que estuvo apoyada por el colectivo Vacalok y diferentes personas del pueblo, quienes buscan el fortalecimiento cultural del mismo.

Así pues, día sábado 12 y domingo 13 de octubre se llevará a cabo la 2da versión de este Festival Fiestero, que contará con el apoyo de la casa de la cultura y por entidades del municipio, lleva como lema “AL CAUCA CON PASOS DE COLORES”, ya que participarán bandas y grupos de danzas de diferentes regiones del Departamento buscando que este y Silvia como municipio sean catalogados como uno de los mejores festivales musicales de la región. 

Escrito por:
Clara Isabel Rengifo Reyes
Comunicadora Social y Periodista

Fuente:
Paula Vidal Godoy

miércoles, 22 de mayo de 2019

La violencia como forma de educación emocional contemporánea




Cuando se forjó el sueño emancipador basado en la razón y en el avance técnico se esperaba que dicha combinación cumpliera la promesa de llevar a las sociedades a su nivel máximo de complejidad. Creo que ese sueño como muchos fue inocente, se perdió en las bondades y dejó a un lado las contradicciones y la pluralidad de usos sociales que se le podría dar.

Resulta doloroso como en la actualidad esa concepción racional y técnica del mundo ha conseguido desplazar o al menos aislar la condición humana del hombre en pro de la satisfacción irracional de su deseo. Bastaría con escuchar una noticia, ver un post o una denuncia en redes sociales para desear mantenerse al margen de las acciones depredadoras del ser humano contra todo lo que le rodea.

Lamentablemente la información parece convertirse, por su frialdad y ejercicio naturalizador en una especie de escuela emocional que, en lugar de invitarnos a ser mejores, nos convoca a emular las acciones desafortunadas que presenciamos. Ello en razón a que descargar de sentido las palabrasracionalizar el lenguaje y tratar de mantener la objetividad ante hechos de abuso y destrucción contribuyen a ello.

Tras la palabra feminicidio en uso de los medios de comunicación cuyo significado denota un crimen de odio y alude al asesinato de una mujer por el simple hecho de serlo, se esconden concepciones racionalizadastecnificadas de violencia que pasan por instancias diversas a las del odio por el odio y con esos usos sociales se contribuye a invisibilizar problemas sociales de mayor envergadura, a mi parecer, que rastrear simplemente un sentimiento de odio.

El reciente caso de la adolescente Juliana Chirimuscay, que remite casi de inmediato al ocurrido hace algunos años con la niña Yuliana Samboni, traen al presente una serie de rasgos deshumanizantes y violentos que llevan a denotar sentimientos de crueldad más allá del odio al simple hecho de ser mujeres, parece que socialmente estuviéramos padeciendo una enfermedad de ansia de control y dominio sobre lo que nos resulta más débil. 

El problema no debería ser si la adolescente estaba en una fiesta, si se pasó de la hora de entrada o si por un desafortunado incidente confió en amigos o en extraños, el asunto es que cada ser vivo en condiciones de indefensión no debería generar para ningún otro ser racional y humano un blanco para satisfacer el deseo vinculado a la crueldad.

De ahí se deduce que la lucha por el respeto a la vida y la dignidad es un problema que trasciende los límites del género y abarca la relación general del ser humano con la naturaleza en condiciones de respeto, reconocimiento y dignidad.

Mi pregunta simple es hasta dónde todo aquello que consumimos continuamente disfrazado de políticamente correcto es lo que forma en nosotros como seres humanos esa necesidad desmesurada de ejercer control hasta la muerte a todo aquello que nos resulta indefenso.


Andrea Calderón Villarreal
Profesora
Programa de Comunicación Social 
Universidad del Cauca

jueves, 9 de mayo de 2019

Tres de Mayo, el día de la Santa Cruz

Como es costumbre, el tres de mayo de cada año se celebra la invención de la Cruz, con el fin de conmemorar a la verdadera cruz donde murió Jesús. Se realiza en esta fecha, debido al descubrimiento de la misma, por parte de Santa Helena, quien halló la Vera Cruz en una peregrinación a Jerusalén en el año 326.

En algunos pueblos y ciudades del mundo, esta festividad aún sigue viva, así como en Silvia, Cauca.
Durante la noche del tres (3) de Mayo, algunas familias del pueblo, desde muy temprano organizan altares afuera de sus casas, donde adornan con flores, tejidos, telas, luces y velas, la Santa Cruz. Cruces hechas en diferentes materiales como la madera, el hierro o la guadua.

Así pues, los silvianos durante esta noche, recorren las diferentes calles donde se exponen las cruces, durante el cual, se hace una pequeña oración y se nombra a Jesús 1.000 veces. Muchas de estas personas, hacen peticiones, promesas y demás con el fin de recibir bendiciones a las necesidades y angustias de ellos y sus familias.
La imaginación y la fe de aquellas personas que aún realizan estos pulcros altares, son quienes permiten que esta tradición que ya hace parte de la identidad cultural de Silvia, siga viva y no se quede en el olvido.

A continuación, podremos observar algunas de las 30 cruces que engalanaron el pueblo este tres de mayo.


















domingo, 28 de abril de 2019

EL PERDURAR DE LA TRADICIÓN EN LA SILVIANIDAD


El intenso frío que emerge sobre un valle alto en la cordillera central de Colombia, no es impedimento para disfrutar de la paz que regala la naturaleza del pueblo; los bellos paisajes silvianos han sido inspiración para varios artistas, aquel atardecer rojizo que toca sentidos en quien le aprecia, es la más hermosa expresión del pasar de la vida silviana, al igual que la lluvia, que hidrata la tierra de donde sale la papa, el ulluco, la yuca y la arracacha, donde se siembran las hortalizas para el sancocho, las ensaladas y gran variedad de platillos típicos de Silvia.

Los eventos y festividades son espacios que unen a los silvianos como una sola familia; la Semana Santa es uno de ellos. Con la llegada del miércoles de ceniza, la emoción por esta época tan esperada se hace cada vez más fuerte. Se escuchan a lo lejos los tambores en ensayos, y el olor a madera por la armada de los pasos, que a su vez comienza a recorrer el ambiente.
Cuentan algunos profesores que los niños al salir de las escuelas, corren a la iglesia para ver los santos, siendo este el inicio anual de una costumbre heredada por los viejos y que se mantiene viva en los más pequeños.

Esta tradición inicia cada año en un viernes denominado Viernes de Dolores, donde el incienso en las calles da anuncio al inicio oficial de esta época tan esperada en el año.  Enseguida llega el Domingo de Ramos y los días santos, acompañados por el fervor y la adoración de los habitantes, los cuales se toman el pueblo para conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Jesús. 

Los recorridos procesionales son la muestra más visible de la disposición de los creyentes para hacer parte de una de las costumbres más importantes del pueblo; todos juntos en el parque como alumbrantes y  espectadores, sin alejarse, hasta el momento en que la virgen Dolorosa no se encuentre dentro de la iglesia y la última canción marcial no cese.

La cálida pasión de los silvianos por el pueblo, radica en las tradiciones y expresiones culturales. Silvia, siempre está a la espera con un fraternal saludo para quien pasa por sus lares, donde la multiculturalidad es la puntada principal de este paraíso con nombre de mujer, un lugar con folclor, tradición y mucha cultura para mostrar.


Por:
Darío Fernando Fernández Álvarez

domingo, 25 de marzo de 2018

Domingo de Ramos


Durante los 126 años que se lleva celebrando la Semana Santa en el municipio de Silvia, la procesión de Ramos ha tenido diferentes recorridos.


Wilder Alfonso Otero cuenta que, cuando su padre vivía y tenían a cargo la imagen del Señor del Huerto, esta realizaba al mismo tiempo la función del Señor del Triunfo, porque en aquella época existían pocas imágenes, así que las utilizaban para diferentes representaciones de la Semana Mayor.

Cortesía: Wilder Otero
Con los recuerdos vagos de “Poncho” y rescatando algunos documentos se llegó a la conclusión de que hubo cuatro recorridos diferentes de esta procesión, los cuales son:

El primer recorrido se realizó desde la Carrera 3ra entre Calles 11 y 12, donde actualmente se encuentra ubicado el puesto de policía. Ahí, en ese espacio verde, se organizaba un pequeño altar donde se daba la bendición a los ramos y se procedía al templo parroquial en forma de desfile.

Con el venir del tiempo, los partícipes de esta procesión fueron aumentando, por lo que se decidió alargar el recorrido teniendo en cuenta que, al momento de organizar los ramos en una especie de alfombra por donde pasa el Señor del Triunfo, fuera más extensa. Así pues se tomó la decisión de iniciar el desfile sacro desde el pie de la colina de Belén hasta la Iglesia, con la misma estructura del recorrido anterior.

Entre 1995 y 1996 la procesión da inicio desde el templete de las Delicias, finalizando en el templo parroquial donde se culmina con la Eucaristía. Este recorrido se realizó por siete años aproximadamente.

Hacia el año 2002 hasta la actualidad, el punto de encuentro para dar inicio a la procesión del Domingo de Ramos es la casa de la familia Quijano  Velasco, EL TABLAZO. Donde se procede a hacer la bendición de los ramos y se organizan dos filas a lado y lado del Señor del triunfo, mientras se reza a Jesús durante el recorrido. 

Por otra parte, la Señora Fabiola Rodríguez quien ha tenido a cargo este paso por más de 20 años, se responsabiliza de que este se encuentre en perfecto estado para el día de la procesión, de igual forma se encarga de conseguir el burro donde se lleva la imagen y la persona de buena voluntad que quiera dirigir la entrada triunfante de Jesús a Jerusalén.


Tanto para esta como para las demás procesiones se cuenta con el apoyo de la Junta Permanente Pro Semana Santa para que sean de total agrado e incentivan a la comunidad a participar de ellas, como una forma de preservación de tradiciones religioso culturales en el municipio.



ESCRITO POR:
Clara Isabel Rengifo Reyes
Comunicadora Social y Periodista

Fuentes:
Fabiola Rodriguez
Wilder Otero

martes, 6 de junio de 2017

¡Verano en Silvia!




Respirar aire puro, contagiarse de la alegría del pueblo, compartir con viejas amistades  y recordar lo que se hizo en tiempos pasados, son las características principales que se ven por esta época en La Suiza de América.

Para muchos de los silvianos de raíz y de corazón, llegar a Silvia entre los meses de Junio y Julio es una de las costumbres más esperadas, ya que en estos meses es donde la mayoría de gente visita el municipio, pues hay varias cosas para hacer y salir de la rutina.
El reencuentro con viejos amigos, para contarse sobre su vida, recordar las travesuras que hacían en los años de colegio, hacen que los lazos de amistad se fortalezcan.
Así como disfrutar de un paseo a ambachico, con mecato incluido y juegos en las piedras; una salida a caminar hacia la segunda laguna pasando por la antena; una montadita a caballo y unas fresas con crema; una vuelta al lago chiman y acostarse a escuchar música mientras observas la naturaleza y la civilización; la subida a Belén y bajara por Sol de oriente; la rodadita en cartones en la Canoa ó simplemente ir a sentarse al parque y recordar las experiencias que se tuvieron en el pueblo, hacen de este un lugar de relajación, de encuentro con las raíces y consigo mismo.

Por otra parte, la alegría y las fiestas que se acumulan para estos meses, San Pedro y San Pablo, La Fiesta Patronal, la Fiesta de la Virgen del Carmen y demás hacen que los habitantes se unan más, pues el trabajar para que el pueblo se ponga bonito y se engalane para recibir a la gente con brazos abiertos, hace que todos seamos una sola familia, una gran familia SILVIANA.



Clara Isabel Rengifo Reyes
Comunicadora Social y Periodista